Ante la ausencia de una pieza dentaria, en la clínica dental se va a recomendar la reposición de la misma, siendo el motivo de menor relevancia la estética (a no ser que sea en el sector anterior y sí que suponga un problema para el paciente), y destacando los motivos fisiológicos y de salud que puede acarrear tal ausencia, como los desplazamientos de las piezas vecinas hacia el espacio generado (tanto en sentido vertical como transversa), las interferencias oclusales que se producen por estos movimientos indeseados, la pérdida ósea de la zona desde el momento que perdemos la pieza, la dificultad para masticar y los problemas de deglución derivados de ésta.

En múltiples ocasiones, nuestros pacientes acuden a consulta y nos preguntan “Doctor, ¿en este espacio me podría poner un puente o es mejor un implante?”

Vamos a explicar las principales diferencias entre una forma y otra de reponer una pieza dentaria, teniendo en cuenta la afectación de las piezas vecinas, tiempos de trabajo...

Si elegimos el IMPLANTE dental, en primer lugar, tenemos que estudiar el caso para saber si disponemos del espacio fisiológico para colocarlo, el hueso necesario en esa zona, valorar si hubiera que hacer elevación de seno u otra técnica quirúrgica, y tener en cuenta el espacio protésico con las piezas vecinas para la posterior rehabilitación.

Después, pasaríamos a la colocación del mismo (en el caso de que todo lo anterior fuera indicativo de poder hacerlo); a continuación, podríamos colocar una corona inmediata provisional (en el caso de que por estética fuera necesario), o sino directamente esperar 3-6 meses para tomar las medidas para la corona definitiva (que podría requerir alguna prueba previa a la colocación final de ésta).

En el caso de los PUENTES (opción obligatoria si, por las condiciones anatómicas, no pudiéramos colocar un implante o por tema económico no fuera posible), el primer paso es realizar el tallado de las piezas vecinas (tanto anterior como posterior), las cuales no tienen por qué ser endodonciadas, aunque a veces, si requieren un tallado algo más invasivo, puede ser necesario por la sensibilidad que se puede generar tras dicho tallado.

Ese mismo día se toman las medidas tanto de esa arcada como de la antagonista (para ver el espacio oclusal del que disponemos) y se mandan al laboratorio con el que trabajemos para que nos puedan ir fabricando el puente.

Este puente puede ser de varios materiales como metal-cerámica o zirconio.

Si el puente se hace de metal-cerámica, se suele realizar una prueba de metal al paciente a la semana o 10 días para ver el ajuste gingival del mismo y otras condiciones anatómicas, y se manda de nuevo al laboratorio para mandarlo terminar. Cuando llegue terminado a la semana o 10 días, se cementa al paciente.

Si el puente fuera de zirconio, se puede realizar una prueba de estructura o casquillo (con el mismo objetivo que la prueba de metal) y luego se manda terminar.

Independientemente del material que elijamos, nos pueden enviar el puente terminado sin la necesidad de realizar pruebas intermedias.

A continuación, os enseñamos la imagen de un puente metal-cerámica llegado de laboratorio y, en otras imágenes, el ejemplo en un tipodonto (que simula la boca del paciente) de cómo quedaría el tallado de los dientes contiguos y el puente cementado encima.

Por último, en este ejemplo, vemos la radiografía panorámica de un paciente que presentaba la ausencia de la pieza 26, y se le repuso dicha ausencia con un implante y su corona.

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